Existe una leyenda sobre un pájaro que solo una vez en su vida, canta más dulcemente que ninguna otra criatura sobre la faz de la Tierra. Desde el momento en que abandona su nido, busca un árbol espino y no descansa hasta encontrarlo. Allí cantando entre las ramas se empala en la espina más larga y afilada, y mientras agoniza, olvidando su dolor, entona un canto más hermoso que el de la Alondra o el Ruiseñor. El mundo entero se detiene a escucharlo, y Dios, en el cielo sonríe, por que lo mejor, se compra a precio de gran dolor, o al menos eso dice la leyenda.
A comienzos del siglo pasado, el corazón de Australia era una tierra salvaje en la que sólo se podía salir adelante a base de orgullo y determinación. Cuando Mary Carson encarga a su hermano Paddy Cleary la administración de su inmensa finca ovejera, empieza a trenzarse la trama de pasión y tragedia que alcanzará a tres generaciones sucesivas de los Cleary. En ella se verán fatalmente envueltos la dulce Meggie, hija de Paddy, y el carismático sacerdote Ralph de Bricassart. Orgulloso y tenaz, Ralph sacrifica su amor por Meggie a la ambición por ocupar un puesto entre la más alta jerarquía vaticana, una decisión que le costará mucho más cara de lo que él piensa.
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